Soy la zarza ardiente que clama en el
desierto, en el desierto de unos huesos secos que están en busca de
un oasis, pero que en realidad solo se dirigen a un espejismo
insatisfactorio y hueco; y es por eso que clamo con el Fuego que arde
en mi ser, para que así puedan esos huesos percibir que hay agua
verdadera, que Espíritu que puede volver a hacerlos nacer. ¡Por eso
clamaré! Y es por eso que estaré aquí, hasta que esos huesos
escuchen la Voz del que habla mediante mí. Clamaré y clamaré, para
que descubran lo que yo ya descubrí.
Clamando en el desierto
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