La vida es, al comienzo, como una
hoja vacia… En ella, a medida que uno va viviendo, se están trazando
experiencias que marcaron nuestra vida, nuestra forma de pensar, nuestro
existir. Por un lado son experiencias como éxitos, sueños o metas alcanzada. Por otro lado son fracasos,
temores, adversidades que forman parte de este trazado. Estos hacen a la vida
algo difícil, pero a la vez algo digno de disfrutar. Cuando se aceptan
los propios fracasos, se confrontan los temores mas profundos y al pasar por
adversidades uno puede optar por el camino de la resiliencia en busqueda de
hacer lo mejor de la situación.
Pero todo comienzo tiene un fin, tampoco es diferente con la
vida. Al acercarse al fin uno puede mirar atrás, acordarse de lo que fue e imaginar lo que pudo haber sido. Pero este fin no necesariamente es el fin de la vida. No significa que
todo fue en vano y que todas las experiencias que fueron trazadas, serán borradas para
siempre. Mas bien existe un legado que toda persona dejó en los recuerdos de
otra viviente y cada vida, por mas corta que fuese hizo una diferencia en el
andar de la vida.
El fin o la muerte son como paso de una etapa a una nueva. Seria como si esa hoja con los trazados de la vida formara solo pequeña parte de la obra mucho mayor, la que engloba el todo nuestro de privilegio de poder existir. Lo que llega después nadie lo saber con detalle pero uno puede
esperar, confiar, orar de que si uno se esfuerza por tener una vida conforme al bien y se preocupa por dejar un buen legado, será algo bueno.
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