sábado

Arco iris de tu vida

Empezó todo de blanco. Un feto puro sin ningún pecado. Hermoso, a la vista de todos, con un corazón de oro.
Le sigue el color rojo. Rojo como la sangre, la sangre que es capaz de ser derramada por una persona la cual ama. Todo fue rojo, porque era amor eterno. Y permaneció todo el tiempo. Quizás se volvió un poco rosado pero estaba ahí, siempre presente.
Se viene el azul. Libertad en todas partes, el tiempo interminable, felicidad por todas partes, creatividad al máximo.
Luego oscurece un poco. Lila. Empiezan los deberes, hay tareas con las cuales debes cumplir. Esperan algo de vos. No sabes a que se refieren pero tendrá que ser algo... Hay que buscar, hay que tratar, hay que mejorar...
Ya te acostumbraste un poco, ya eres capaz de disfrutar un poco, ya entiendes y sabes como funcionan. Pero ya que no es como antes el arco iris no sigue su orden. Se pone amarillo. Porque ya sabes como ser feliz otra vez. 
Ahora se viene el naranjado. La situación se pone difícil pero quieres que te noten, dejar la invisibilidad atrás y lucir al máximo. Que te miren, que se den la vuelta y que te miren, que tu lado simpático y tu sonrisa les atraiga, quieres tener conexiones para no vivir en soledad, que la sociedad admire tus amigos y a vos por supuesto. Quieres tener la razón, solamente una vez, hacer algo grande.
Y es ahí cuando todo se vuelve rojo. No es el rojo del pasado, es el rojo anunciando alerta. Trataste demasiado para que noten tu presencia, te esforzaste demasiado. O de la manera equivocada. Mientras lo intentabas te rompiste. Tuviste que quebrar, se formó la fractura esperada, ya lo podías anticipar antes. De alguna manera tendrías que haber sabido que te estabas sofocando lentamente. Era imposible no notarlo. Se produjo un desastre en tu interior, pero al mismo tiempo el mundo empezó a esperar otra vez que te esfuerces que demuestres que puedes dar resultados positivos, que tu afán de antes siga existiendo y que te formes como persona.
Pero es ahí cuando el mundo se vuelve gris. Nunca quisiste que pase. Por eso no es negro. Quizás lo quisiste, en fin fue tu decisión. Deseos pequeños de carácter elocuente. No parecía ser un pensamiento malo el de dejar de ser invisible. No parecía ser egocéntrico, parecía muy humano. Pero de repente hiciste demasiado para cumplir con tus sueños. Los caminos fueron los equivocados, llegaste a pasar la raya. Demasiadas veces. Y aunque lo sabes no tienes idea como cambiarlo. El gris se va desplazando por todas las áreas de tu vida. Parece que ya no hay puerta, ni camino para llegar a ella, ninguna salida en vista.
Pero todavía falta un color. El verde. Cuando estás a punto de perder dentro de tu callejón sin salida, dejas de lado el orgullo. Ya no importa, no te queda nada. Empiezas a clamar por ayuda, no porque tuviste el coraje para hacerlo, sino porque el miedo de paraliza y la angustia comprime tu voz hasta tal punto que solamente tu grito por socorro es capaz de salir por tus cuerdas vocales. 
Y es ahí dónde llegas a tener la oportunidad de empezar de nuevo. Una segunda posibilidad de hacerlo mejor. Y no la rechazas. Llegas a tener lo que otros quieren, pero su orgullo no les deja.
Vida nueva.

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