Le escribí a Dios hace un tiempo una carta, y decía así...
qué hago cuando no tengo ganas?
Cuando no tengo ganas de hablarte.
Cuando lo intento y no sale nada.
Cuando mi fe esta por el piso y sé que no me hablarás.
Cuando en la mañana, el sueño es más pesado y las actividades más urgentes.
Cuando solo mi cabeza sabe que me amas, pero mi corazón cual cubito de hielo en Alaska.
Cuando lo único que quiero es distraerme, entretener mi alma.
Cuando quiero procrastinar.
Cuando no me acuerdo que se sentía estar enamorada del Dios de amor.
Cuando quiero, pero supongo que no tanto.
Cuando te extraño, pero me duele tu silencio.
Cuando deseo oír tu voz, pero me acuerdo de la otra vez, en la que no dijiste nada.
Cuando escucho testimonios de los demás, rayos, truenos, burros parlantes, dedo escribiente, sueños, visiones, profecías.
Cuando lo único que tengo es mi imaginación.
Cuando la alegría no me inunda.
Cuando escribí la última oración, sentí que Dios ponía un "Sé fiel" (sí, en cursiva) detrás de cada punto.
Cuando escribí la última oración, sentí que Dios ponía un "Sé fiel" (sí, en cursiva) detrás de cada punto.
"No puedo presumir de mi amor por Dios, porque le fallo diariamente, pero sí puedo presumir de su amor por mí, porque nunca falla"
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