En un mundo no muy lejano al
nuestro, en un futuro distante de nuestros días, cuando los humanos viajaban
por las galaxias buscando planetas por colonizar, un niño admiraba por su
ventana las innumerables estrellas que ocupaban los cielos. Ta’iki, que en el
idioma nativo de su planeta significaba soñador, así lo llamaban, él podía
pasar horas contemplando las estrellas y soñaba, que algún día, cuando fuese
mayor viajaría por toda la galaxia y sería el primer humano en visitar todas las estrellas, que en su juventud
admiraba.
Los años pasaron y ese niño creció
para convertirse en un explorador, había estudiado las estrellas, había sido el
mejor de los pilotos de su clase, todo marchaba a la perfección, para que en
unos años más, aquel niño soñador pudiera iniciar su aventura y cumplir lo que
en su infancia más anhelaba. Las cosas no podían ir mejor para Ta’iki, o por lo
menos eso es lo que él creía.
Una guerra entre los mundos había
estallado, de la nada, su mundo y el vecino, ambos planetas jóvenes. Una guerra
que rápidamente consumió los escasos recursos de los planetas, sus fuerzas se
debilitaron y, en un intento de recuperar la guerra, el planeta de Ta’iki
recluto a todo joven que pudiera combatir, ya sea soldado o piloto.
Ta’iki, por sus increíbles
habilidades como piloto, fue enviado al frente del combate, con las unidades
especiales de su planeta. Pero esto fue demasiado para él, en su primera misión
fue derribado y su nave se estrelló en las cercanías de una ciudad, en el planeta
enemigo.
Un joven paseaba por los bosques
de la ciudad, cuando vio la nave de Ta’iki caer, fue rápidamente a su rescate,
y para la fortuna de Ta’iki, Gyro, quien también estaba en contra de la guerra,
vio lo grave de las heridas de Ta’iki y lo llevo a su casa para sanarlo.
Pasaron semanas hasta que
estuviera completamente recuperado, pero ese no era el mayor problema de
Ta’iki, por la guerra, ya no era capaz de volver a su casa. Gyro y su familia
le ofrecieron un hogar mientras estuviese en este planeta.
Ta’iki
sabía que este no sería el fin de su sueño, siguió buscándolo, aun en un
planeta desconocido y enemigo al suyo, con la ayuda de Gyro, quien resulto
compartir los sueños de Ta’iki. Lograron luego de unos años reconstruir la
dañada nave de Ta’iki y juntos emprendieron un viaje, que ni ellos sabían
cuánto duraría, pero ahora su objetivo no era solo visitar todas las estrellas,
sino lograr la paz entre ambos, así que viajaron, viajaron por todos los
planetas habitados de su galaxia buscando la forma mediante la cual
recuperarían a sus planetas