Nunca olvidaré la tarde en que lo vi. Era una de esas tardes negras. Las nubes oscuras que al parecer ocultaban mis sentimientos, me hacían compañía al salir del colegio. No era uno de los momentos mas felices de mi existencia, pero había tenido peores. Desde la muerte de mi madre hacia algunos años, la felicidad no habitaba mucho en mi corazón. Pero esta tarde, no era tristeza lo que sentía sino mas bien, desesperación.
Una desesperación profunda, la misma que me llevo a hacer lo que trataba de hacer cuando lo vi. Si, intentaba acabar con mi vida. Para lograr mi propósito decidí cruzar la avenida frente a un gran camión transportador. La bocina del mismo aturdía mis oídos y cerré con fuerza los ojos.
Grande fue mi sorpresa al caer sobre la vereda del otro lado. Gire para ver quien se había atrevido a interrumpir mi propósito y me encontré con esos ojos negros que no mostraban ninguna expresión. El joven no dijo nada, solo me levanto y volvió a mirarme con esos profundos ojos negros. Su mirada hizo que mi piel se erizara y perdí la noción de las cosas.
Esa fue la primera y última vez que lo vi. Desde ese día despierto con la esperanza de verlo de nuevo. Él es el motivo por el cual sigo viva. Espero algún día volver a perderme en esos hermosos y profundos ojos negros.
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