Felicidad semi-digerida

Nunca me pregunté si soy la única persona en este mundo, este país, este colegio, este buenísimo curso, la cual tiene estos pensamientos. No sé si quiero que los otros experimenten lo mismo. No tengo la mínima idea de cómo describir tal situación, por la cual paso de vez en cuando. Ya me parece irónico, ahora que pienso en lo que hago. Una sonrisa se dibuja en mi cara al notar lo simpáticos que son estos hechos. 

Últimamente ha pasado durante los exámenes. Me di cuenta que si estudio tranquilamente para un examen solamente logro sacarme un buen puntaje si no me pongo nerviosa, si lo escribo con toda la tranquilidad del mundo. Bueno, al estar tan tranquila, de repente mi vista empieza a rodear la clase. Son las paredes blancas de siempre. Bueno, con un poco de suciedad. El pizarrón, las mesas, sillas, los compañeros, los copiatines, las mochilas… En frente el profesor. Y empiezo a  mirarle. Mi cerebro empieza a trabajar. ¿Realmente hay personas las cuales escogen voluntariamente pasar toda su vida en el colegio? Está corrigiendo los exámenes de otro curso. Parece aburrido. Pero la mejor parte de la clase siempre es la ventana. Por todas las ventanas se puede ver algo verde. Ahora mismo también puedo distinguir diferentes tonos del rosado de los lapachos. Con un poco de suerte puedo observar un pajarito. Vuela por ahí, come algo y simplemente es feliz… Felicidad… Y la verdad es que en ese momento mi pancita se llena de felicidad. Parece una batidora en mi estómago. Empiezo a sonreír. Estamos en medio de un examen y tengo que soltar una carcajada. Pero nadie me escuchó. Sigue la vida!

Con una pequeña diferencia. Por mis intestinos está pasando una bola de felicidad semi-digerida J