Todo el año espero que llegue esta
época, en la cual decoras las calles de mi amada ciudad con tus colores tan
hermosos, que cada vez que los veo paro para inhalar tu belleza. No eres un
lapacho cualquiera. Tu grandeza y divinidad
superan a todos tus semejantes. Si te veo soy capaz de olvidar el estrés de la cotidianidad.
Te veo y olvido lo rencoroso de mi pasado, te veo y espero a que tu imagen me
dé un sentimiento de tranquilidad.
Al observar como el viento juega con
tus flores y como el sol traspasa cada uno de tus pétalos, es fácil de olvidar
el tiempo y valor a un mundo de sueños y felicidad. De olvidar todo. Los
latidos de mi corazón se aceleran y una sonrisa se presenta en mi cara, de la
cual los otros seguramente se preguntaran que está pasando con migo. Pero no
puedo esconder esa felicidad en mi interior.
Es tiempo de que continuar avanzando.
Giro y sigo caminando. Pero antes de agarrar mi colectivo me doy la vuelta y
mis ojos se cruzan una última vez con la hermosura de mi querido lapacho. Sé
que tengo que seguir mi camino y que no puedo detenerme por siempre para disfrutar
tu hermosura, pero quiero que sepas que cada año esperaré con ansiedad el momento
donde te presentaras en tu belleza completa y perfecta.
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