Es malo sentirse atrapada entre
dos realidades. Lo que es y lo que fue.
Tú eres el pasado. Él el presente.
Y sé que el futuro será bueno, pero simplemente...me encuentro atrapada en el
momento. Ese momento que te aparto y que lo atrajo a él. Ese momento en que me
dejaste caer en el abismo, pero en el cual él me rescató. Y la verdad es que no
sé qué hacer. Los recuerdos no me dejan dormir, pero cada momento del presente
me hace revivir.
Y es injusto que, luego de tanto
tiempo me sigas haciendo esto. Qué a pesar de que digas no amarme no me dejes
olvidarte, es increíble que aún no me hayas dejado ir.
Trato de olvidarte y de no
recordarte y en el momento en que creo conseguirlo, vuelves a aparecer
pronunciando las mismas palabras, hablando del ayer y de los lindos momentos.
Y vuelven aquellas lágrimas, esas
lágrimas que no deseo recordar, pero que tú no dejas que las olvides. Tú ángel,
vestido de amor, tú que no me dejas vivir tranquila.
Solo déjame olvidarte, déjame ser
feliz con él.
Él, que supo contenerme y
protegerme. Él, que cuido mi corazón, mientras tú solo dejabas que se
deshiciera. Él, que me dejo ser todo en su mundo. Él, que sabiendo que no lo
amaba, me tomo en sus brazos. Él, que me ama, a pesar de todo. A pesar de que
yo no podía ofrecerle algo más que mi amistad.
Él y tú.
Y estoy atrapada en el momento de
decidir. El momento en que alguien tendrá que pertenecer al pasado y quedarse
en el ayer. El momento en que a mi corazón le toca dejar su escudo atrás y
enfrentarse al miedo de tomar la decisión equivocada.
Hoy llegó ese momento. Y aquí me
encuentro con el corazón abierto, admitiendo que amo a ambos. A aquél que me
olvidó y a aquél que me sanó. Este es el momento. El momento del cual no puedo
escapar, pero el cual tampoco puedo no enfrentar.
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