Un señor alguna vez critico a mi generación por poca
soñadora, poca idealista, y apática. Esto se demostraría en falta de
manifestaciones, por ejemplo. Aunque sus intenciones hayan sido buenas, yo
quiero hablar por mí y nadie más, y responder diciendo: Yo señor, ¡Sí
sueño!
Quizás no lo haga como usted, pero sí lo hago.
Es que yo no sueño con una reforma educativa. Sueño
con que las heridas de mi amiga abusada puedan ser sanadas.
Yo no sueño con más DDHH. Sueño con que mi mamá en
verdad se sienta amada.
Yo no sueño con un nuevo sistema político. Sueño
con que a todos los malhechores de nuestra nación se le ofrezca, no impunidad,
pero sí perdón y la oportunidad de comenzar de nuevo.
Yo no sueño con una nueva sociedad. Sueño con que mi compañera vuelva a tener ganas de vivir.
Yo no sueño con más leyes. Sueño con que mi amigo, para sentirse aceptado, a otras personas no precise herir.
Yo no sueño con cambio a otro sistema económico. Sueño con ser cambiada yo, y que como dice la canción de León Gieco, el dolor no me sea indiferente.
Yo no sueño como usted o los suyos. Sueño de a uno. Sueño lento y por lo bajo. Sin cámaras de televisión, sin conversión de masas.
Yo no sueño con cambiar el mundo. Yo sueño con Jesús.
Porque de todas las utopías, Jesús es digno de creer.
Utopía por ser demasiado bueno para ser cierto, pero digno, por ser la Verdad en sí. Y lo bueno es que para comunicarme con él, no necesito carteles, ni revueltas, ni muchos adeptos, ni megáfonos. La dificultad se encuentra en que una vez que me responda, he de obedecer.
Yo no sueño con una nueva sociedad. Sueño con que mi compañera vuelva a tener ganas de vivir.
Yo no sueño con más leyes. Sueño con que mi amigo, para sentirse aceptado, a otras personas no precise herir.
Yo no sueño con cambio a otro sistema económico. Sueño con ser cambiada yo, y que como dice la canción de León Gieco, el dolor no me sea indiferente.
Yo no sueño como usted o los suyos. Sueño de a uno. Sueño lento y por lo bajo. Sin cámaras de televisión, sin conversión de masas.
Yo no sueño con cambiar el mundo. Yo sueño con Jesús.
Porque de todas las utopías, Jesús es digno de creer.
Utopía por ser demasiado bueno para ser cierto, pero digno, por ser la Verdad en sí. Y lo bueno es que para comunicarme con él, no necesito carteles, ni revueltas, ni muchos adeptos, ni megáfonos. La dificultad se encuentra en que una vez que me responda, he de obedecer.
Esto es hermoso... Una triste realidad, pero sueños bellos, sinceros e dignos de provocar un cambio en la sociedad, aunque sean simples.
ResponderEliminarAdmirable escrito!