En medio de la noche ella estaba
allí, en un bosque de confusión y en una telaraña de engaños y mentiras. Paseándose
por las nubes, su amado la miró. Llevado por la pasión de su amor no resistió
en ver así a su hermosa. Su corazón lo llevó a dejar todo por ella y así
iniciar el viaje en rescate de su amada.
Bajo por medio de las
constelaciones a buscarla y al verla, la encontró pálida y fría. Ella ya no le
reconocía, se había olvidado de él, el velo que llevaba puesto no la dejaba ver
al novio. Cegada por los atavíos de sus nuevos amores, lo negó en frente de él,
diciendo que no lo conocía y que no le amaba.
Aun con lágrimas en sus ojos el
caballero no se rindió, mas bien se dispuso a cumplir esa promesa que le había
hecho a ella en su juventud, la promesa de que su amor por ella nunca se
extinguiría y de que si fuese necesario daría su vida para tener ese corazón en
el tesoro de su alma.
Así que se entregó para morir por
medio de los amantes encelados de la joven. Creyendo ellos que matándole apagarían
por completo la llama del alma de la novia, lo tomaron, lo escarnecieron hasta
que su rostro ya no tenía forma alguna.
Muerto él, celebraron los amantes
creyendo que obtuvieron victoria, pero la verdad era que aun muerto el hombre
alcanzó el triunfo, porque siempre que el hombre muere para conquistar a su
deseada logra arrebatarla el corazón.
La muerte no pudo tenderlo bajo
una tumba, sino que por la fuerza de su amor, resucitó para buscar a su amada.
Al verla esta vez sí le reconoció, pues había cumplido su palabra y con una
estrella fugaz le cumplió el deseo de volver a sentir vida. Entonces al darle
vida, se unió ella a él como miembro de su cuerpo, de su carne y de sus huesos.
Escondiéndose la luna en su
atrio, terminó así el pasar de la obscura noche para dar lugar al día, que
desde entonces reinaría eternamente.
En verdad, qué bonita analogía! =) Además, es lindo ver que tu destreza escribiendo va mejorando con cada post.
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